
El papá con una ternura sin igual acostó al bebé en su cuna. El bebé solo hizo una pequeña mueca pero continuó durmiendo.
Pasó un par de horas y el bebé empezó a llorar, su llanto se escuchaba por todos los rincones de la casa. El padre no lograba conciliar el sueño, cada quejido era insoportable, así que en su desesperación decidió devorar al niño, de un solo bocado.
Él no contaba con que el llanto era de hambre, así que el bebé empezó a comerse al papá de dentro hacía afuera sin desperdiciar ningún tejido y gota de sangre.
(publicado en "La Vanguardia" de España el 20 de agosto de 2007)