Todas las mañanas cuando el sol pegaba sobre su cara, él abría los ojos, sonreía con una mueca triste, era irremediable todo aquel peso que le acongojaba.
Se levantaba y cuando llegaba al baño miraba al enorme espejo pegado en la pared y siempre volvía a sonreír con la mismo gesto deprimente, después sus ojos se pegaban siempre a la cajetilla de cigarros sobre el lavamanos, pero solo eso podía hacer, “mirarla”, después salía al balcón para ver el paisaje nublado que lo acompañaba, se recostaba y soltaba un suspiro acompañado por el mismo gesto amargado, hacía mucho tiempo que deseaba suicidarse de cualquier forma, artística o no, él deseaba dispararse o utilizar aquellas hojas de afeitar Gillette o simplemente colocar su rostro en un plástico, pero no podía por que su cuerpo carecía de todo lo necesario para hacerlo.
1 comentario:
:-s Tremendo. Qué desesperación. Sobran más palabras.
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