En la profundidad del bosque
había un árbol que se había creado con rayos de luz. A su alrededor había una oscuridad
penetrante, fría y petrificadora. Su tronco
era una luz como la de un relámpago: brillante, fuerte y sus ramas se desprendían
como otros rayos igual de luminosos.
Una vez, alguien planificó derribarlo
y demostrar su fortaleza frente a los mitos y las leyendas. Era una persona fuerte, grande, con músculos enormes
y con una rabia por dentro que nunca pudo controlar.
Se preparó para la
encrucijada y al siguiente día dejó el poblado, sintiendo el orgullo y la
fuerza por dentro recorriendo las venas al no voltear a ver. Solo en su rostro una sonrisa de desprecio se
asomó.
Por algún tiempo todos
esperaron pero nunca más se supo de ella y la leyenda continuó con más fuerza.
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