El reloj marcaba las seis y media en
punto, era la hora exacta en que el sol comenzaba a ponerse detrás de las montañas.
Poco a poco el día llegaba a su final y
la noche principiaba a cubrir por completo todas las regiones de aquel
lugar. Todas las personas que habitaban
a los alrededores se preparaban para recibir lo ya esperado.
Ramón, como todos, ya se encontraba
listo para los sucesos de esa noche larga, pero debía de enfrentarlo de manera
diferente. La mayoría de los habitantes
compraban a diario series de candelas para mantenerse alumbrados y poder
continuar con una vida común y corriente, como si la noche no trajera nada más
que oscuridad y silencio. Él, en cambio,
desechaba cualquier objeto que iluminara su casa o cualquier lugar cercano, deseaba
ver nada, deseaba sentir lo menos posible en esos momentos.
Lo único que hacía era sentarse agarrándose
las piernas con los brazos para tomar una posición fetal, una forma práctica para
sentirse protegido de los sucesos que se avecindaban. Sus brazos apretaban con suficiente fuerza
sus extremidades hasta que sentía dolor en el área lumbar, en el cuello y los
omoplatos.
El reloj nunca dejaba de mover sus
agujas, era un movimiento perpetuo. Muchas
veces, de una manera ingenua, intentó parar lo inevitable: Una vez retrasó las
agujas cada hora, otra vez tiró todos los relojes que tenía en su casa, pero
nunca logró que la noche no llegará.
En cada hora la noche se asomaba,
tomaba aquella ciudad que carecía de iluminación. En cada segundo la oscuridad reinaba en todos
los lugares. En la casa de Ramón
solamente se colaban por las ventanas los rayos de luz de la luna.
Sus ojos grandes observaban las manecillas
del instrumento que más aborrecía, el tiempo se acercaba, el sudor de su cuerpo
brotaba incontrolablemente: salían pequeñas gotas que hacían un camino
alrededor de todo su rostro, su pecho y espalda transpiraban enormemente. Ramón no podía controlar estas respuestas
fisiológicas y lo único que podía hacer en ese momento era agarrarse fuertemente
de las piernas, cerrar los ojos profundamente y soportar el terror.
En ese minuto observó lo que tanto
temía: Una sombra que se movía alrededor de su casa. La lograba divisar y después la perdía, eso lo
ponía nervioso, sentía que el miedo se hacía más grande y más fuerte. Difícilmente podría salir bien esta vez.
Un sobresalto lo invadió cuando la
sombra ingresó a su hogar. La sombra se escabullía
entre los muebles. No podía hacer nada
más, solo esperar, pero era eterna. Le
daba terror pensar que la sombra ya se encontrara con él, en el lugar más
seguro que existía durante la noche.
Intentaba no moverse y que su
respiración no lo delatará pero no lo logró, no pudo hacerlo. Cuando el reloj señaló con un sonido
estridente las doce en punto sintió en su cuello y oreja una suave respiración que
lo inmovilizó.
imagen: http://media.photobucket.com/image/posicion%20fetal%20oscuridad/matias808/angustia.jpg
imagen: http://media.photobucket.com/image/posicion%20fetal%20oscuridad/matias808/angustia.jpg
3 comentarios:
Hola, he recibido el link de tu blog del grupo de Hansi al que estoy inscrito. Tiene un bonito nombre y me parece que intentas hacer un blog de autor con temas algo oníricos. Un consejo hasta de un conejo: Mejora el contraste y el tipo de letra, me es difícil leer tu blog, y para eso lo has creado, y eso que tengo lentes nuevos. Un abrazo.
lo intentare, gracias por el comentario.
Me quede picado pensando en quien era la sombra, acaso una su amante, o en realidad un espiritu o fantasma?... saludos un gusto encontrar este blog, me gustan mucho las narrativas jejeje. saludos...
Publicar un comentario