jueves, 19 de marzo de 2009

Cuando se Firma la Paz


Ya desesperado de todas las armas que utilizaba para aniquilarlas como tóxicos, trampas, instrumentos, etc., decidí hacer la paz con ellas, algo inimaginable pero real, por que sucedió.

Así que me senté sobre la banqueta y empecé a dialogar con ellas, en una horizontalidad que no podía creer, todo era fantástico. Coloqué mi brazo sobre algo que podría ser el hombro con quien hablaba pero no lo era, mientras ella con su pata colocada sobre mi hombro, me habló del dolor de su pueblo y la alegría que sentía al verme realizar las paces con ellas sin prejuicio alguno.

Desde ese día vivo en una tranquilidad sin comparación alguna con las cucarachas que residen en el apartamento No. 43 del callejón El Coyolar de Antigua Guatemala.

Cuentos para Dormir

Antes de apagar la luz, miró a su hija y le preguntó:
— ¿Quieres que te cuente una historia?—

Esperó una respuesta con la mano colocada en el interruptor pero la niña con sus ojos grandes le respondió que sí, no hubo necesidad de hablar, solamente tuvieron que conectarse con las miradas.

Apagó la luz y se recostó junto a la pequeña para empezar a narrar la historia, tragó un poco de saliva tratando de modular su voz con la intensión de adormecerla.

— En una noche muy oscura una niña pequeña, realmente pequeña, deseaba dormir pero no lo lograba, daba vueltas en su cama, contaba ovejas, jugaba con sus manos, hablaba con hadas y duendes pero el sueño no se acercaba… parecía que la noche era eterna. — La hija se acomodo sobre los brazos y bostezó grandemente, la madre solamente le sonrió y le dio un beso en la frente y continúo — Hasta que tuvo una pequeña ocurrencia: crear estrellas en el techo de su cuarto, en las paredes, en los espejos y empezarlas a contar una por una. Así lo hizo, empezó con una pero no lograba mantenerla mucho tiempo encendida en su mano y cuando la soltaba, esta se consumían poco a poco desapareciendo al momento de llegar al techo o a la pared o la los espejos. Intentó una y otra vez, pero era imposible. —

— Estaba desesperada de no lograr dormir y de no poder mantener la luz de las estrellas el tiempo suficiente, entonces se dispuso a subir por la pared para pegarlas ella misma. Iba colocando una por una, pero al mismo momento de pegar una encendida la otra se apagaba, no podía creerlo, estaba enfurecida. Se sentó en una pequeña rajadura de pared para pensar en como solucionar el problema y en el mismo lugar en donde estaba sentada, en la pequeña rajadura miró una pequeña luz. La niña era curiosa, muy curiosa, y entró en ella sin miedo pero con grandes ansias de satisfacer su inquietud. Caminó por dentro durante mucho tiempo, un tiempo tan distinto al del día, a medida que avanzaba algo al fondo alumbraba más hasta que llegó a una luz tan brillante y tan grande que era imposible de imaginar, el corazón de la pequeña latió con mucha fuerza y sin darse cuenta estaba sentada frente a un universo lleno de estrellas, galaxias, planetas, lugares brillantes tan infinitos. — Se detuvo un momento la progenitora para ver los ojos de la niña, estos se encontraban entre abiertos, sabía que el sueño ya la había tocado, pero ella deseo extenderse más. — Empezó a contar cada lugar con luz que encontraba en ese universo de miniaturas y cada vez que lo hacía los ojos se le iban cerrando hasta que llegó un momento en que se quedó dormida por fin. —

La mamá se levantó y empezó a caminar alejándose de la cama donde dormía la chica, le sonrió a la pequeña por que sintió una alegría enorme al verle rostro y se fue del dormitorio.

La hija de la mujer abrió los ojos inmediatamente al escuchar el ruido de la puerta al cerrarse y sonrió mirando como se alejaba la sombra de su mamá, se quitó las chamarras velozmente y se puso a buscar una rajadura en la pared, cuando la divisó empezó a escalarla hasta llegar a ella.